jueves, 4 de julio de 2013

Mi Ofir y yo al desnudo

Hola a todos, ya en otros escritos les he contado un poco sobre las experiencias que he tenido en compañía de mi perrita guía Ofir desde que llegó a mi vida y de lo mucho que hemos podido recorrer tratando de lograr un mundo de respeto y equidad donde el desplazarse en las calles de las distintas ciudades del país, el poder ir en cualquier medio de transporte público sin objeción alguna y el ingresar a los edificios públicos o privados con la libertad que la ley nos otorga, sea una bella realidad.

De igual modo les he dicho ya cuan importante ha sido Ofir en lo referente a mi seguridad y confianza en mi mismo y lo bien que me siento cuando camino a su lado, pero en este momento, cuando me decidí a escribir estás líneas, lo hice porque en los últimos días en los que me encuentro en una nueva ciudad, lejos de mi familia y con una cantidad de sueños y de sentimientos en torno a lo que espero que sea mi futuro, me doy cuenta que mi perrita guía, la que fuera entrenada para brindar seguridad en las calles, la que en mi opinión de modo muy frío las personas expertas y yo mismo hemos catalogado o denominado como perrita guía de trabajo, se ha convertido en mi única familia cercana.

Esto me hace pensar en la relación que se puede establecer con estos perritos en situaciones como la que yo estoy viviendo, en los sentimientos que afloran hacia y desde ellos y en la transparencia de los mismos cuando de parte y parte estamos dispuestos a entregarnos totalmente por protegernos, acompañarnos, querernos y por estar juntos cada minuto del día; se que tal vez lo que han leído les puede parecer un poco extraño hasta el momento, pero sin temor de parecer zoofílico, puedo decirles que Ofir y yo hemos trascendido la barrera de la llamada Unidad Funcional estableciendo una relación mas estrecha, mas natural, mas espontánea en la que perrita y hombre, velamos el uno por el otro como lo haría un padre por su hija y viceversa; no puedo encontrar las palabras adecuadas para explicarles esto, pero hasta la comunicación entre nosotros es tan buena que tanto ella parece entenderme como yo mismo entiendo su lenguaje si es que a su forma de expresión se le puede denominar de tal modo y sin pretender irrespetar a los expertos en lingüística que lean éstas líneas.

El sentir sus ojos mirándome, sus manos o patitas delanteras tocándome para llamar mi atención, el rozar de su lengua en mis manos o en mi pierna como expresión de que me quiere, el batir de su cola y los saltos de emoción cuando regreso a su lado cuando la dejo en casa por los pocos momentos en que lo hago y su insistente compañía que en ocasiones resulta asfixiante, así como mi desespero cuando no estoy con ella, cuando no puedo suplir algún deseo suyo o simplemente cuando estoy con ella en algún lugar y aún sabiendo que tal vez ella sería muy feliz corriendo tras un perrito en la calle o comiendo algo nuevo o simplemente durmiendo en casa como lo haría cualquier perrito de su especie, tengo que animarla para que haga bien su trabajo y para que siga adelante y no se descuide en otras cosas por mas lástima o pesar que pueda producirme. Vale la pena aclararles que no es que yo no entienda lo que significa un perrito guía, es que definitivamente mi Ofir, mas que ser mi perrita guía es mi mayor compañía, es mi permanente aliento, es mi ánimo en las mañanas, es el soplo de vida que me dice que tengo que trabajar duro para que ella y yo podamos seguir caminando por la vida juntos y tratando de hacer que los caminos marcados sean los que los dos queremos caminar en busca de nuestra felicidad, que para ella con toda seguridad es mi bienestar y lo aseguro para mi, es todo lo que ella significa.

Ahora bien, dejo este sentimiento expuesto a ustedes para que compartan conmigo el enorme gusto que siento de poder contar con Ofir y para que conozcan un poco mas de lo que en el aspecto afectivo representa la compañía de ella en todo momento y en todo lugar. Agradezco de todo corazón el que se tomen el trabajo de leer estas líneas que para mi no significan únicamente el amor por mi perrita, si no la gratitud por su compañía y el deseo de poder contar con ella hasta que la vida así lo considere. Cerraré este escrito con tres palabras finales que con el corazón arrugado y con los ojos empañados de lágrimas, puedo decir:

¡OFIR TE QUIERO!

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